lunes, julio 31, 2006

EL ABUELO

GRABADO DE BEATRIZ CINCOTTA
1º MENCIÓN DEL JURADO
X SALÓN ANUAL 2005 ASOCIACIÓN ARTISTAS PLÁSTICOS DE QUILMES
BUENOS AIRES ARGENTINA
El abuelo taciturno con su rostro prusiano, enjuto, vencido de una guerra. Zapatero humilde sin palabras, sentado en su banquito de madera y paja en su taller.
Misterioso abuelo que nos miraba desde la lejanía de sus martirios de prisionero, cabeza agachada, figura vencida por la derrota de un cuerpo sufriente, resignado a sobrevivir. Fumador constante, coleccionista de marquillas y billetes.
Cómo me gustaba entrar allí y observarlo, él apenas levantaba su cabeza para recibir el beso, y seguía martillando suelas.
Recorría los estantes con zapatos arreglados y por componer, las suelas los tacos y ese olor a tintura que llenaba mis pulmones. Desde la puerta seguía observando más allá de la ventana abierta sin cortinas un cielo quilmeño sencillo como el abuelo.
Cuando murió heredé con orgullo la caja con las marquillas de cigarrillos que acrecentó mi propia colección, quizás en un intento de acercarme a él lo había hecho, vaya a saber que había en mi mente de niña.
No tengo recuerdos de su voz y su palabra, sólo de esa mirada perdida en el tiempo y su constante golpetear de hombre trabajador y dolido.Tampoco recuerdo haberlo visto fuera de la casa, la guerra le quitó su paz y creo que sólo en su mundo la hallaba.
...Y un día murió como había vivido silenciosamente...a partir de ese día su taller perdió interés para mí...ya no estaba el abuelo.
Elisabet Cincotta
08/06/2004
derechos reservados

domingo, julio 30, 2006

EL BESO

Y mis labios recibieron
otros labios,
calientes-tersos,
en un furtivo acto
de amor primero.
Mis labios lo sintieron,
lo recuerdan.
Aún hoy vibro
con ese beso.
Elisabet Cincotta
2001

derechos de autor reservados

sábado, julio 29, 2006

QUINCE AÑOS


Vestido cuello mao, piqué bordado, taquitos aguja. Baldosas amarillas. Cabello largo, trenza a un costado. Orquesta familiar, sólo piano y contrabajo. Milonga sentimental, desde el alma la recuerdas.
Cerca de la entrada sus ojos verdes, piel morena, se detienen haciendo vibrar tu pecho. Las glicinas enredadas en la pérgola bañan de luna el viejo patio paterno. Su mirada camina por tu cintura, no lo mirás, sabés que está allí jugando con tus caderas.
Quince años destellan entre malvones sonrojados, nadás entre espuma de ilusiones.

El ayer lejano se despliega en el fulgor de tus ojos y en la comisura de tus labios cuando entre sueños de imágenes pasadas te encuentras bailando en sus brazos.

Elisabet Cincotta
25/07/2006

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