miércoles, agosto 18, 2010

EPÍSTOLA II



"desierto inerme que sólo busca una tumba como el errante."

Liliana Varela




Tierra de tiempos, 3 de enero de 2010



Y eras el errante ¿en busca de qué? Sí, quizás la lápida que te nombre, por eso la vida-orgía, el derrame de placeres, el juego, la mentira del amor.

Recibí tu carta, no me perdonás haberme alejado. Claro, tu orgullo herido hace que retengas los tiempos de amalgamas. Nunca te contesté. Hoy decido escribirte desde este Buenos Aires gris y húmedo... tan frío. Pego la nariz a la ventana, mi aliento la empaña, escribo tu nombre y te digo adiós, mientras el Obelisco me devuelve un mundo malabarista que se despliega, en cada semáforo, pidiendo una moneda por la payasada que la vida les ofrece, ellos: los hombre-calle, los niños-lluvia.

¿Te vas?- me preguntaste en tu mal habido castellano y tu insuficiente amor... el mío también. No nos retuvimos, no nos seguimos, fuimos nombres en memoria.

Vuelvo a la hoja-vidrio, redondeo el adiós con trazo firme y redondilla.

Ves- te digo- allí viene él con su boina anárquica, su jean desgastado, la lluvia lo moja. Él es feliz resguardando su libro de Juarroz, leerá poesía, cebará unos mates lavados, y desde algún oculto abrazo me coronará con un jazmín, robado quién sabe dónde. Luego haremos el amor con ritmo de gota, con pausa de escampe y ruido de trueno.

Desde esta tierra de tiempos te abrazo por última vez, soplo tu nombre hacia el reflejo que la calle enciende con la lluvia. Mañana saldrá el sol y ya no existirán ni nombre ni reflejo. El amor hará perder algún vestigio de recuerdo en la memoria del olvido.

Mi desierto ha florecido.

................Yo, la que bendice al amor



©Elisabet Cincotta