Nunca más el transitorio camino,
la palabra obscena y la sonrisa lasciva.
Ya no el hotel, ni el trago,
el cabeceo y obediente regazo.
A partir de hoy los brazos
serán refugio,
el lecho ojos que mitiguen
tiempos perdidos,
el tango arrullo que nos duerma
entre frases de amor sentido.
Elisabet Cincotta
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