Sin saber qué hacía,
se metía silencioso en la cama,
y en el rincón más desapercibido
su alma de duende descansaba.
Sólo observar su pálido rostro
sentir su aroma le recordaba
el esquinero encuentro
de una noche donde la melodía
derramo sus lágrimas
Allí, improvisando imaginaba
días de lluvia, de sol, de invierno tibio
para poder recorrer calles sin rumbo,
acariciar su mano mirar la plaza
Responder al llamado de su madre,
llegar al portal de aquella casa y abrazarla.
Ella era eso..su niñez, su adolescencia,
..................el farol, el cordón de la vereda,
..................el primer cigarrillo, el primer beso,
..................la limpidez de la palabra...
Furtivo viajante entre las sábanas
acomodaba la cabeza en su hombro izquierdo
cerraba sus ojos y dormitaba.
.......................................
Elisabet Cincotta
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